jueves, 28 de noviembre de 2019

Decálogo del buen corrector




No teme al silencio ni a la soledad. De hecho, la elevada concentración que requiere su trabajo a menudo le lleva a aislarse durante el desarrollo de su actividad.

  • Duda de todo, incluso de sí mismo. Es un especialista de la lengua, pero eso no quiere decir que lo sepa todo. 
  • Un buen corrector se acompaña de diccionarios y obras especializadas y consulta constantemente los recursos virtuales. A menudo comprueba casi cada palabra de una frase.
  • Es una persona curiosa, con cultura general, por supuesto, pero especialmente con muchas ganas de aprender sobre toda clase de materias.
  • Tiene buen oído para buscar la cadencia idónea en el texto.
  • Es paciente: a menudo es un trabajo arduo y algunas erratas pondrán sus nervios a prueba.
  • Es una persona firme para defender la limpieza del texto, pero flexible para entender los intereses particulares de cada autor.
  • Siente un gran amor por la lectura y por la palabra escrita.
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