sábado, 30 de enero de 2016

Erasmo de Rotterdam


Erasmo de Rotterdam, que se llamaba realmente Geert Geertsen, fue un filósofo, humanista y filólogo neerlandés que nació en el año 1466.
Al recordar a este personaje, recuperamos las razones básicas, por las cuales, nuestra profesión es necesaria en un mundo cada vez más dependiente de la palabra escrita (aunque proliferen otros medios, el escrito sigue más vivo que nunca).
Fue una de las figuras del Renacimiento y su humor franco y despiadado nos acompaña hasta nuestros días como su "Elogio a la Estulticia", también traducido como "Elogio a la locura".

Os comparto algunas reflexiones que hacía Erasmo sobre el oficio de los filólogos y su difícil oficio de correctores de obras.

  1. Amor loco, apasionado y desesperado por la palabra en todas sus formas (ojalá la palabra bella, pero al menos la palabra eficaz, transparente, digna).
  2. Una cierta obsesión compulsiva en la búsqueda de la perfección (aunque la perfección sea inalcanzable y lo sepamos).
  3. Deseo de mejorar (lo propio y lo ajeno que se nos ha confiado; esto es una actitud que nos atraviesa: también tratamos de mejorar nuestra persona, nuestra vida, nuestro entorno, nuestro mundo).
  4. Meticulosidad (que nada se escape de nuestra atenta búsqueda).
  5. Altos niveles de concentración y atención (aunque a nuestro alrededor el mundo sea un caos).
  6. Cuestionar hasta los propios paradigmas (quien no reconoce su ignorancia, no puede corregir la ajena).
  7. Expresar la duda de manera comprensible (saberse explicar ahí en donde la otra persona no desea escuchar que hay algo mal)
  8. No dar nada por sentado (dudar hasta de nuestra sombra).
  9. Verificarlo todo (hasta lo que creíamos saber).
  10. Verificar si la recepción del texto se acerca a su intención (si lo que entendimos era lo que la otra persona quería decir o provocar).
  11. Comprensión de la lengua como un sistema (verla en su esqueleto, con visión de rayos x; la gramática en su estado más puro, etéreo, abstracto y mágico).
  12. Aceptar que hasta las letras mayúsculas tienen un valor en la comunicación escrita (y que pasamos todos esos años estudiando Latín, Griego, Lingüística y Literatura para que se nos vaya la vida y se nos juegue el prestigio en una mayúscula).
  13. Leer de manera activa, necia, majadera, interlocutora, cuestionadora, respondona… (es otra forma de entretenimiento, después de todo).
  14. Leer en varios niveles: del código escrito a lo que realmente se dice desde el texto como mediador (y reconocer que algo puede estar “gramaticalmente correcto”, pero alcanzar proporciones épicas de error por otras razones más sutiles, que necesitarán incluso el apoyo de especialistas en el tema).
  15. Mente abierta y capacidad de adaptación (lo que es correcto en un contexto no lo es en otro).
  16. Información y amplia bibliografía (no seamos ilusos: lo que nosotros queremos saber, alguien más ya lo investigó, lo escribió y lo publicó; conozcamos nuestros autores, leamos, aprendamos y tomemos decisiones informadas y con criterio).
  17. Buscar el punto medio entre la firmeza y la flexibilidad (entre la norma extrema y su ruptura antojadiza hay un amplio margen de acción para lograr textos claros y correctos y, aún así, respetar la intención de quien escribe).
  18. Saber escuchar (entre nuestro criterio y el del autor se entretejen textos más completos gracias al trabajo en equipo)
  19. Saber ceder (la nuestra no es una lucha de poder sino un intento por ayudarle al autor a quedar bien; es su nombre, después de todo, en la cubierta del libro).
  20. Proponer, proponer, proponer (estamos aquí para dar soluciones, no para dejar árboles caídos a nuestro paso).

sábado, 16 de enero de 2016

Frases de escritores



"Necesito el ruido de las teclas, de las teclas de la máquina de escribir manual. La materialidad de un tecleo tiene un peso, es como si usara martillos para esculpir las páginas. Es como si labrara el mármol, sólo que mis trabajos son bidimensionales: me gusta ver las palabras y las frases cuando van tomando forma. Es un hecho estético. Del ordenador no me gustan ni siquiera las letras".

DON DELILLO