domingo, 16 de abril de 2017

Corrección




En nuestra labor de correctores de texto, en muchas ocasiones, al hablar con compañeros y clientes, tenemos que hacer una pequeña distinción entre estos tres conceptos: erratas, faltas de ortografía, y errores. Por supuesto, los tres entrarían dentro del concepto más amplio de “error”, pero no se producen por las mismas causas y, por supuesto, no tienen la misma repercusión.

Una errata, efectivamente, es un error; pero se produce de manera involuntaria. La RAE lo define como “error material”, y en la mayoría de ocasiones se produce por teclear un texto demasiado rápido. Un dedo va donde no debe o no se posa con suficiente fuerza en el teclado y sucede la catástrofe: la palabra queda adornada con una letra o símbolo que no le corresponde, o terriblemente mutilada.

Al acto de corregir erratas o errores tipográficos, en el ámbito de los correctores de textos, se le denomina “limpiar”, ya que se trata de errores sin demasiada importancia.

Las faltas de ortografía, como su propio nombre indica, se trata de errores de carácter ortográfico; y se dan cuando no se respetan las normas de ortografía establecidas por la Real Academia Española. Las más habituales son las relacionadas con la acentuación, la puntuación, el uso de la h, o la confusión entre b y v o las letras g y j. Este tipo de errores, además de mostrar un claro descuido, denotan desconocimiento y poca profesionalidad, por lo que hay que evitarlos a toda costa, especialmente en textos publicitarios, textos académicos o textos literarios, que tendrán una gran difusión.

Por último, dentro de la concepción de error como tal, estarían, por un lado, los errores de contenido (informaciones o datos incorrectos o falsos); y, por otro, los errores gramaticales, sintácticos o léxico-semánticos. Estos errores, en muchos casos, llevan a la ambigüedad o la incomprensión del mensaje.

Tener en cuenta todos estos aspectos no es sencillo para un corrector de textos. Cuando este se enfrenta al proceso de corregir una novela, corregir una tesis o cualquier otro tipo de producción, debe tener en cuenta todas las modalidades de error, y dejar el texto limpio y presentable. No es una tarea fácil, pero… ¿quién dijo que lo sería?

editorialcsevilla@gmail.com

sábado, 8 de abril de 2017

El oscuro océano sin fin (Boris Mosso)





Saga: Los Elementales

El Oscuro Océano Sin Fin, es el punto de partida de la saga que lleva por nombre, Los Elementales. La cual nos llevará a visitar inhóspitos y peligrosos mundos en distintas épocas galácticas, en pos de un indispensable conocimiento perdido en los albores de la creación universal. Para ello, varias generaciones de especies diferentes sacrificarán todo, en la incansable búsqueda de las respuestas fundamentales que pondrán en jaque la inevitable desaparición de las civilizaciones en el final de los tiempos siderales. Cuando toda luz y calor se hayan extinguido en el espacio.

Tomo I: El Oscuro Océano Sin Fin

En un hecho sin precedentes, la galaxia Astral ha sido invadida por inmensas y poderosas flotas de una desconocida y devastadora raza surgida sorpresivamente desde el espacio profundo. Una improvisada coalición galáctica pretende oponer resistencia, pero las orgullosas flotas, de los que fueran antiguos y respetados imperios, son arrasadas sin piedad, batalla tras batalla. Entretanto, desde el planeta Espacia se enviará en secreto una pequeña expedición a la lejana galaxia Lúmina, en busca de un misterioso objeto que podría salvar a la Astral de su total destrucción.

La joven capitana, Lena Valir, será comisionada para dirigir esta azarosa incursión. La cual será resguardada además por Renar, un agente encubierto de la Inteligencia Exterior Espaciana y por el enigmático profesor Trivian, un connotado científico de una edad inusualmente extensa, quién en las sombras, ha manipulado los secretos referentes al origen del objeto y sus implicaciones futuras, por más de cuatro siglos.

La travesía por el inconmensurable espacio entre galaxias, llamado, el oscuro océano sin fin por los antiguos navegantes espacianos, obligará a los expedicionarios a enfrentarse con sus secretos y temores más profundos. Finalmente, más de dos millones y medio de años luz los separarán de sus congéneres, quizás para siempre.

El libro dos de la saga, Los Elementales, será publicado el primer semestre de 2017.
Y llevará por nombre: Mundos Individuales.




Nos congratula que el escritor Boris Mosso (Chile), tenga todo el éxito en sus obras, ya que colaboramos en la corrección de sus dos novelas en Editorial C & M.

editorialcmsevilla@gmail.com

sábado, 1 de abril de 2017

Errores ortográficos


La modista española Elena Benarroch ha dicho en alguna ocasión que "cuando alguien viste bien, te fijas en lo que dice; cuando viste mal, no te fijas en otra cosa". Algo muy parecido sucede con la ortografía. No hay peor carta de presentación que una hache ausente, una be donde deberíamos encontrar una uve o una jota donde debería haber una ge: a menos que uno sea Juan Ramón Jiménez, que solo escribía con jotas, la licencia no está permitida.
Es entonces fundamental escribir cuidando la ortografía, ya sea para un informe laboral, el currículo, un correo electrónico informal o una carta de amor: igual que no salimos a la calle en pijama, debemos presentar a las palabras duchadas, repeinadas, con todo en su sitio. Y con las reglas ortográficas aplicadas pertinentemente.
Para ayudar en tan ardua tarea, aquí exponemos algunos de los errores más frecuentes, así como su corrección. Vaya por delante que obviamos uno de los, sin duda, más habituales errores que se cometen: la ausencia o el exceso de tildes. Si no se quieren aprender las reglas de acentuación en español, acaso lo mejor que puede uno hacer para poner las tildes donde debe es leer mucho.
1. Haber, a ver
La diferencia es fundamental, pero su error es muy común. No hay como echar un ojo por las redes sociales o introducir las expresiones en cualquier buscador para comprobar que un gran porcentaje de la población se equivoca en el uso.
Haber es un verbo, se escribe con hache y con be, y se utiliza como auxiliar (He comidoPuede haber vuelto ya) o como impersonal (Hay judías para comer). A ver es la combinación de la preposición a con el verbo verA ver qué pasa.
Es, sin embargo, frecuente, hallar la grafía: *Haber qué pasa. Para evitar errores, debemos pensar que a ver equivale a veamos (Veamos qué pasa). De esa manera eludiremos un error tan habitual como grave.
De lo contrario debemos recordar que, como dice con humor un tuit popular: "Hay un círculo del infierno reservado para los que confunden a ver con haber: el Haberno".
2. Halla, haya, aya, allá
En este caso tenemos cuatro palabras cuya grafía se parece mucho pero no es igual, como tampoco lo es su significado. Halla es del verbo hallar, que quiere decir 'encontrar'. Es pues, muy incorrecto escribir cosas como la que sigue: *Es improbable que lo halla visto. En tal caso deberíamos utilizar haya, del verbo haber.Además, haya puede emplearse como nombre común, y en tal caso se refiere a un árbol.
Aya, por otra parte, es un sustantivo que hoy apenas se usa. Se refiere a la nodriza, la mujer encargada de cuidar a los niños.
Finalmente, allácon acentuación aguda, es un adverbio de lugar.
Es importante tener claras las diferencias entre estas cuatro formas para escribirlas adecuadamente, ya que la mayoría de ellas se usan constantemente en español.
3. Hay, ahí, ¡ay!
Lo mismo sucede con estas tres formas, muy repetidas en el español coloquial y formal, por lo que debemos tener clara su distinción.
Hay, una vez más, es una forma conjugada del verbo haber que, como no debemos olvidar, se escribe con hache, con be y con y griega siempre.
Ahí es un adverbio de lugar, por lo que es invariable: siempre se escribe con hache intercalada. ¡Y ay del que no ponga ahí la hache que hay que intercalar...!
¡Ay! es una interjección expresiva, suele ir entre exclamaciones (aunque no es obligatorio) y se escribe sin hache y con y griega en todas sus apariciones.
4. Valla, vaya
Vaya es, como ay, una interjección, de modo que no varía en su forma, siempre escrita con uve y con y griega. No debemos confundirla con la baya, que es un fruto.
Valla, por otro lado, es un nombre común que se refiere a la línea formada por tablas unidas o estacas hincadas en el suelo para delimitar un terreno.
5. Hecho, echo
Este es otro de los errores (¡de los horrores!) que con más frecuencia se aprecia en los escritos. El primero es el participio del verbo hacer, y el segundo la primera persona del presente de indicativo de echar. Confundirlos supone incurrir en un error grave.
Por esta misma razón, escribimos deshecho cuando nos referimos al participio de deshacer desecho cuando queremos aludir a los restos, lo que queda, la basura de algo.
6. Yendo, *llendo
No hablamos aquí de dos palabras cuya grafía se confunda o se parezca, sino que la forma *llendo, sorprendentemente frecuente, no existe. Tal vez por influencia del verbo llegar, hay una gran tendencia a escribirla, pero debemos recordar que el gerundio del verbo ir es, siempre, yendo, escrito con y griega.