Cuando hubo terminado el bruto, lo imprimió y lo leyó, tachando un 5 %, para eliminar la grasa sobrante y dotar a la novela de ese aroma a Locke, "con más punch, mitad cohete espacial, mitad montaña rusa", en sus palabras. Se la dio a leer a un par de personas de confianza; y con la ayuda de la editorial indie Telemachus Press dio con una portada sugerente, en línea con el toque pulp de las anteriores: piernas de mujer, esta vez con medias de encaje.
Pero el éxito de este autor no radica en que lo hiciera todo solo. Tuvo que contratar los servicios de corrección, maquetación y diseño de portada a una editorial, como acabamos de decir, ya que por sí solo, un autor no podría hacer todo el trabajo de editar un libro. Y además invirtió en publicidad más de 25000 dólares. Esta es una parte importantísima que los autores reniegan, porque creen que sus obras van a triunfar sin que nadie les conozcan, y no saben que la publicidad es un pilar importantísimo si quieres triunfar ante los millones de escritores que publican diariamente en el mundo.
LA FÓRMULA DE UN SUPERVENTAS
JOHN LOCKE
Muchas personas creen que su vida es una novela que está pidiendo a gritos ser contada. Yo no era diferente. Siempre quise escribir, pero de joven dejé a un lado mis sueños de escritor y me centré en montar una empresa y crear una familia. Ya saben cómo es esto. Pasaron los años y las décadas. Todo resultaba muy gratificante, pero nunca conocí la alegría y la satisfacción que se siente al escribir un libro.
Así pues, a los 58 años, tomé algunas decisiones. Reduje mi negocio, eliminé el estrés y empecé a escribir las novelas que siempre había pensado escribir. No era literatura propiamente dicha, sino novelas divertidas, de lectura fácil, diálogos ágiles y acción sin fin. Quería que mis libros engancharan, impactaran e hicieran reír, que cada frase mantuviera al lector en vilo y le hiciera pasar un buen rato. Escribía pensando en gente angustiada que quiere quitarse problemas de la cabeza. Libros de vacaciones. Para leer en la playa, el aeropuerto o una estación.
Nunca quise publicar de forma tradicional. No creía que ningún editor le daría una oportunidad a un empresario sin experiencia literaria. Me puse a escribir libros en lugar de cartas de presentación. Sin cesar. Los autoeditaba y seguía escribiendo. Unos expertos me convencieron para invertir 25.000 dólares en promocionarlos de forma tradicional. No funcionó. Y decidí empezar a bloguear y a tuitear para darlos a conocer. Contacté con cientos de personas e hice amigos que corrieron la voz.
En enero de 2011 me llamó la mujer que formateaba mis libros para Kindle. "¿Sabe lo que se están vendiendo sus libros?", me preguntó. Estaba tan ocupado escribiendo, tuiteando y contestando e-mails, que no había tenido tiempo para comprobar los récords de ventas. ¡En diciembre de 2010 había vendido más de 15000 e-books! Muchos de mis lectores habían escrito comentarios positivos y recomendado mis libros. En junio, Amazon anunció que era el octavo autor de la historia en vender un millón de e-books, y el primer escritor autoeditado en hacerlo. Ninguna editorial, ni anuncio, ni artículo de prensa intervinieron. Sucedió por el boca a boca.
Creo que todos tenemos un motivo para hacer lo que hacemos. Nunca escribí para ganar dinero. Quería entretener a la gente. Mientras, cumplí el sueño de mi vida. Y, lo más importante, hice miles de amigos. Ahora, gracias a las traducciones al español, espero hacer muchos más.
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