Imagínate que un día estás tirado en el sofá, sin saber qué hacer con tu vida, y piensas: «Pues igual la corrección puede estar chulo, me voy a poner a corregir, a ver si soy bueno o no, a ver cómo lo pondría yo». No, esto no va así. Hay que estar preparado para la batalla de la lengua, amigos. Por ello, en esta publicación, voy a hablar de los conocimientos que debe tener un corrector de estilo y un corrector ortotipográfico para poder desempeñar su trabajo con profesionalidad.
Un corrector debe tener una buena base gramatical y un bagaje cultural que le permitan seguir indagando en los temas que está tratando. Así, aquello que corrijas no te sonará a chino, y podrás comentarle a tu cliente (si tu especialidad es la corrección de contenido o es que el error te salta de la pantalla como una tarántula enfurecida) que la Guerra de la Independencia no empezó en 1806, tal y como él decía.
Un corrector debe tener una buena base gramatical y un bagaje cultural que le permitan seguir indagando en los temas que está tratando. Así, aquello que corrijas no te sonará a chino, y podrás comentarle a tu cliente (si tu especialidad es la corrección de contenido o es que el error te salta de la pantalla como una tarántula enfurecida) que la Guerra de la Independencia no empezó en 1806, tal y como él decía.
Lo más importante para un corrector es la duda. Sí, dudar de aquello que pone frente al papel. ¿Cuántas veces me habré cerciorado de la ausencia de tilde en la segunda persona del plural del pretérito perfecto simple de ciertos verbos (llevasteis, cantasteis, condujisteis)?, ¿y la de medios que todavía escriben “solo” refiriéndose al adverbio con acento? Lo ves tantas veces que al final dudas de lo real. Vamos, que no os dé miedo mirar, rebuscar y encontrar una y otra vez aquello que está frente a vosotros. Solo así podréis reforzar vuestros conocimientos y trabajar con más soltura. Vamos, si hubiera recibido un solo céntimo por cada vez que he consultado a la Fundéu y la Wikilengua, ahora sería millonaria.
A continuación, voy a enumerar las áreas que son imprescindibles para que un corrector pueda trabajar con esa soltura de la que os hablo. Estos son los conocimientos que debe tener un corrector.
CONOCIMIENTOS LINGÜÍSTICOS
GRAMÁTICA
Es lógico pensar que sin conocimientos de gramática, un corrector no puede ir a ninguna parte. Es curioso, pero cuantos más errores gramaticales leo más entiendo la lengua, ya que intento saber por qué se escribe de tal o cuál forma para darle sentido. Hace años pude disfrutar de una beca ERASMUS, y al conocer a amigos que chapurreaban español y cometían errores al hablar, me gustaba descubrir que todos cometían el mismo fallo. Hasta en los errores existen normas y reglas, y ahí también se aprende. Pero bueno, volviendo al tema principal, la gramática es esencial para corregir un texto: las concordancias, los complementos de régimen, los verbos de apoyo, etc.).
LÉXICO Y MORFOLOGÍA
Es importante conocer el significado de cada palabra, y si para ello debes mirar el diccionario veinte veces, lo miras veinte veces. Por ejemplo, no es lo mismo manar que emanar, plausible no es sinónimo de evidente o el adjetivo menguado no solo es el participio del verbo menguar. Otro ejemplo: desde hace unos años, hay una afición desmesurada por inventarse adverbios terminados en -mente, tipo machaconamente o atolondradamente. Sí, tu misión será ir al diccionario y comprobar si son reales. O esa obsesión por clonar los verbos terminados en -izar (tales como marginalizar o previsualizar, que no existen). Pero no solamente estoy hablando de formaciones, sino también de palabras a las que se le atribuyen un significado erróneo, como bizarro, por ejemplo.
Como veis, hay muchas palabras que parecen pero no lo son, que están, pero son un espejismo. No hace falta saberse al pie de la letra cada uno de estos trampantojos, pero sí de olerse la tostada (como diría Murphy) y saber dónde puede estar el error para después ir al diccionario y seguir indagando.
ORTOGRAFÍA
Así es, la ortografía también es materia prima de nuestro trabajo, forma parte de los conocimientos que debe tener un corrector. Hay que conocer las reglas de acentuación, y estar al tanto de las nuevas normas de la Academia, como por ejemplo en lo referente al uso de los acentos en pronombres demostrativos o interrogativos. En la oración, «¿qué fue lo que te dijo?», ¿es correcta la acentuación de los dos ques? Eso es lo que hay que mirar. Pero también otros asuntos como si el nombre de los teatros se escriben o no con cursiva, cuál es la abreviatura correcta de Estados Unidos o si es indiferente emplear comillas latinas o inglesas.
HAY QUE TENER EN CUENTA
ADAPTACIÓN TEXTUAL
Todo lo que he escrito anteriormente no tiene sentido si no tenemos claro qué tipo de texto estamos escribiendo y qué quiere transmitir el escritor con él. El corrector debe corregir el texto según sea más o menos formal o más o menos especializado. No todos los textos se corrigen de la misma forma. Yo no corrijo igual una tesis que una novela.
También es importante saber que no se corrige igual una novela con un personaje adolescente, donde quizá emplee muchos participios terminados en ao (cantao, desayunao, fumao), y haya que escribirlos con cursiva, que una tesis sobre El deporte entre los jóvenes que diga «Si el alumno ha desayunao correctamente, podrá dar tres vueltas al campo», donde hay que corregirlo por «desayunado».
SENTIDO Y COHERENCIA TEXTUAL
Esto se consigue después de una primera lectura. Después, ya podremos definir el tono y el contenido. Es decir, si tenemos tres párrafos, y en el primero y en el tercero nos hablan del plumaje de las gallinas, y en del medio sobre los tipos de tuercas, deberíamos abrir un comentario al margen para explicarle que el lector se pierde y que eso no tiene justificación ni sentido. La estructura discursiva debe ser equilibrada y no sufrir altibajos. Otra forma de solucionarlo es por medio de conectores textuales (además, es decir, pero, por último, etc.). Me he encontrado casos en los que un conector bien usado a tiempo puede hacer que un párrafo pase de mediocre a excelente.
DIALOGAR CON EL CLIENTE
Esto puede parecer obvio, pero también es elemental. Hay trabajos académicos que se rigen por unos estilos concretos para citar la bibliografía (Vancuver, APA, Chicago, Harvard, etc.), y deberás seguirlas según te diga el autor. Otro de los aspectos importantes que hay que tener en cuenta es que el corrector no es Dios, y que la última palabra la tiene el autor. Por mucho que le digas a un escritor que después de un determinado paréntesis va coma y él no la quiere poner, no hay más que hablar.
EL TEXTO NO ES NUESTRO
Esto es importante tenerlo en cuenta, ya que hay que corregir lo justo sin cambiar el estilo del autor. No nos tenemos que apoderar del trabajo de nadie, ya sea novela o ensayo, entre otras cosas porque no lo queremos para nada. He tenido clientes que me han preguntado con recelo si luego yo emplearía sus textos para algo. ¿Para qué voy a querer una tesis que trata sobre la fotosíntesis de las plantas en el Bierzo, por ejemplo? No somos los autores del texto, por lo tanto, no es nuestro. Mi labor no está en apropiarme de un texto ni en corregirlo hasta cambiar el estilo. No. Nosotros tenemos que ver los puntos fuertes y débiles del escrito y detectar las carencias y necesidades que hay que corregir.
Como veis, ser un corrector de estilo u ortotipográfico no es tarea fácil. La única escuela efectiva es aprender gramática, sintaxis y ortografía española en profundidad y corregir, corregir y corregir. Dudar es la clave para seguir avanzando, eso que no se os olvide, porque así buscaréis y encontraréis. Pero no solo en esto, sino en todos los aspectos de la vida.
Extraído del blog María Bravo
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