Estamos acostumbrados a escribir los diálogos según el formato estándar marcado por guiones al principio del párrafo, pero ésta no es la única manera. Los diálogos pueden adoptar formas y convenciones muy distintas según el tipo de obra. Conocerlas bien nos ayudará a la hora de elegir cuál nos conviene más emplear:
1. El guion cinematográfico
El formato del diálogo en un guion de cine o televisión es quizá de los más rígidos, ya que se trata de un documento técnico que el resto del equipo utilizará para desarrollar el trabajo final. Dentro del guion, el diálogo se coloca centrado, con el nombre del personaje que habla en mayúsculas, la acotación (si la hubiese) inmediatamente debajo y luego ya el diálogo en cuestión. Veamos un ejemplo extraído del guion de la película 21 gramos:
2. La obra de teatro
El formato de guion en una obra de teatro tiene algunas similitudes con el de cine. Los nombres de los personajes que hablan se escriben también en mayúscula, aunque al principio del párrafo en este caso, y las acotaciones también van entre paréntesis y en cursiva. Aquí os pongo un ejemplo para que lo véais mejor. Se trata de un pequeño fragmento de la obra Cuatro corazones con freno y marcha atrás, de Jardiel Poncela.
Este tipo de diálogo también se ha usado en ocasiones para textos narrativos distintos a la obra teatral. Por ejemplo, lo usa Truman Capote en alguno de sus cuentos de la obra Música para camaleones, aunque empleando iniciales en lugar del nombre completo, para relatar un diálogo entre él mismo y Marilyn Monroe (este método también se usa para las entrevistas):
3. Forma tradicional anglosajona
En las novelas y relatos anglosajones, cada intervención de un diálogo ocupa un nuevo párrafo, se escribe en cursiva y se entrecomilla. A continuación os pongo un ejemplo (extraído de las olas, de Virginia Woolf) para que os fijéis, sobre todo, en los signos de puntuación (lo más peliagudo de este tipo de diálogo):
Como veis, al final de una intervención el punto final se incluye dentro de las comillas. Sin embargo, cuando se va a realizar una acotación, se coloca una coma después de las comillas y el punto va tras dicha acotación.
4. Forma tradicional española
El estándar español es similar al anglosajón en cuanto a puntuación se refiere, pero usamos guiones en lugar de comillas y las palabras pronunciadas por el personaje no se suelen escribir en cursiva. Además, en nuestro formato, los signos de puntuación se complican un poquito más. Aquí va el ejemplo (extraído de Una muñeca Rusa, de Bioy Casares) para que lo veáis más claro:
En nuestro formato, como comprobaréis, cada línea del diálogo empieza con un guion y las acotaciones se colocan entre guiones también y, cuando hay estas acotaciones, cualquier punto o coma que separe el texto se ha de colocar después del guion que cierra dicha acotación. Dicho así creo que suena un poco lioso, pero vamos, se colocan como aparece en la imagen.
5. Diálogo indirecto
Menos usado que los anteriores, el diálogo indirecto es aquel en el que el propio narrador introduce en el mismo párrafo lo que dicen los personajes. Esta forma es difícil de escribir, especialmente si hay muchos diálogos, y se corre el riesgo de abusar demasiado de la conjunción “que”. Como ejemplo, un fragmento de El beso de la mujer araña, de Manuel Puig. Pero, si se usa bien, da mucho juego y crea efectos interesantes:
6. Diálogo libre
No usa comillas, ni guiones, ni se cambia de línea con cada intervención. El diálogo se introduce de forma natural dentro del párrafo, en medio de la narración:
Y hasta aquí los principales tipos de diálogo. Obviamente, no son los únicos y pueden hacerse miles de combinaciones a partir de estos seis, así como nuevas formas. Lo importante es que el texto fluya y que el lector sepa quién está hablando en cada momento. A partir de ahí, depende del ingenio y la pericia del que escribe.
A mí, personalmente, me gusta más usar el formato tradicional español y, en ocasiones (cuando es un texto con poco diálogo) el libre o el indirecto. ¿Y vosotros, con cuál os sentís más cómodos?
Extraído del blog Literautas
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