Aviso legal/ Protección Datos
Decálogo del buen corrector
No teme al silencio ni a la soledad. De hecho, la elevada concentración que requiere su trabajo a menudo le lleva a aislarse durante el desarrollo de su actividad.
Duda de todo, incluso de sí mismo. Es un especialista de la lengua, pero eso no quiere decir que lo sepa todo.
Un buen corrector se acompaña de diccionarios y obras especializadas y consulta constantemente los recursos virtuales. A menudo comprueba casi cada palabra de una frase.
Es una persona curiosa, con cultura general, por supuesto, pero especialmente con muchas ganas de aprender sobre toda clase de materias.
Tiene buen oído para buscar la cadencia idónea en el texto.
Es paciente: a menudo es un trabajo arduo y algunas erratas pondrán sus nervios a prueba.
Es una persona firme para defender la limpieza del texto, pero flexible para entender los intereses particulares de cada autor.
Siente un gran amor por la lectura y por la palabra escrita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario