martes, 16 de enero de 2018

Disparates que decimos habitualmente

Nos pasamos el día hablando, y es comprensible que en nuestra desatada verborrea de vez en cuando se cuelen deslices. Otra cosa es ir por ahí dándole constantes patadas al diccionario, empleando con orgullo académico expresiones y palabras que en realidad constituyen una aberración. Hemos seleccionado algunos de los más habituales: 

Encima mío (o detrás tuyo)

Hay gente muy posesiva, qué le vamos a hacer. Sufren el complejo de ET: tienen su teléfono, su casa y su encima, como si el vacío que se cierne sobre su cabeza les perteneciera. También son generosos, y opinan que lo que tienes detrás es tuyo. Por desgracia, no es así. “Se recomienda evitar el uso de tuyo o mío con adverbios que no admitan tu o su delante”. “Así, como no se puede decir tu detrás o mi encima, tampoco se considera válido decir detrás tuyo encima mío (y mucho menos detrás tuya y encima mía). Hay que decir detrás de ti y encima de mí. En cambio, son válidos al lado tuyo o en contra tuya porque se puede decir a tu lado o en tu contra”

Contra más

Contra más lo escuchamos, más nos subimos por las paredes. Pongamos un ejemplo: Contra más practico, mejor me sale. Estamos haciendo referencia al hecho de practicar mucho —cuantificando esa práctica—, así que lo lógico (y correcto) sería utilizar cuanto más. “Se justifica porque hay un sentido de oposición, pero no es un contexto en el que quepa la preposición contra. Tampoco se aceptan variantes como cuantimás, contrimás, contimás… Sí se acepta el uso de mientras (en el habla coloquial) y el de entre, típico de zonas como México y Centroamérica”, arguye el filólogo. El contra más también está muy extendido en el área de Mujeres, Hombres y Viceversa.

Bizarro

Esta es muy buena, porque quien lo usa quiere dárselas de cool y está quedando como todo lo contrario… por lo menos a día de hoy. Bizarre en inglés significa “raro”, pero si usas bizarro para describir ese cacofónico grupo de rock que has oído en Radio 3 estarás diciendo que es “valiente”, que es lo que significa en español (lo cierto es que osadía no les falta a algunos). Aun así, parece que el pulso entre modernos y la RAE ya tiene ganador. Lo explica Romeu: “En su origen, bizarro en italiano significaba ‘iracundo’, lo que pasó a ‘raro’ o ‘fantástico’ en italiano, pero a ‘valiente’ en español. El significado de ‘raro’ del italiano llegó al francés y al inglés, y hace no mucho al español, donde los pocos que conocían el término como ‘valiente’ dieron la voz de alarma. La RAE empezó censurando el uso de bizarro como ‘raro’, pero parece que, por la extensión del uso, ya lo va a admitir”.

Hay a veces que…

Propio de quienes piensan que enrevesar el lenguaje les hace más cultos. Hay veces que me despierto sobresaltado o A veces me despierto sobresaltado, pero las dos cosas juntas, no, por favor. “No es correcto porque haber necesita un nombre como complemento (hay leche). Decir Hay a veces que me da por reír sería como decir Hay de vez en cuando que me da por reír, lo cual tiene bastante poco sentido”. 

Ambos dos

Nuevo ejemplo de lenguaje pretenciosamente rococó que deja a la altura del betún a quien lo usa. Como explica la RAE, ambos significa ni más ni menos que “los dos, uno y otro”. Si queremos decir que dos personas se fueron de viaje, con decir ambos ya estaremos dejando claro que los dos hicieron las maletas. “Aunque algunas redundancias se pueden aceptar porque aportan algo, en un caso como ambos dos no parece que ambos aporte hoy nada que no tenga ya dos, por lo que es preferible o decir ambos o decir los dos”.

Cuanto menos

“En casos como La situación es, cuanto menos, complicada se debe usar cuando menos porque lo que se quiere expresar es ‘en la situación o en el momento en el que menos’, no ‘cuantas menos veces’. De igual manera que usaríamos cuando más y no cuanto más en Dice muchas tonterías y, cuando más (las dice), con dos copas de vino, no debemos usar cuanto menos en casos como el anterior”. 

A nivel de

Se escucha hasta en el lenguaje periodístico: “A nivel de vestuario, los jugadores están con el míster”. Solo se puede usar cuando hablamos, de hecho, de niveles. Como explica Romeu, “no se debe abusar de a nivel de cuando no hay niveles o grados de una escala, sino simplemente diferentes áreas. Así, se puede hablar de a nivel de equipo, frente a nivel individual, pero tiene menos sentido hablar de a nivel de vestuario, sobre todo cuando simplemente se quiere decir en lo que respecta a o en lo que atañe a”.

Preveer

Nuestros sufridos oídos lo han escuchado hasta en forma de doloroso gerundio: preveyendo. Pocas cosas requieren una explicación más sencilla: prever significa “ver con anticipación”, y se conjuga exactamente igual que ver. Y todo porque tendemos a confundirlo con proveer. El experto nos ilustra acerca del origen de este disparate. “Aunque los dos verbos vienen de vidēre y podrían haber terminado en -veer, en prever (igual que en ver) se dio un paso más en la evolución y se simplificó la doble e. En cambio, proveer se quedó con la doble e. Por eso, prever se debe conjugar como ver (prevípreviópreviendo…) y proveer como leer (proveí, proveyó, proveyendo…). 

La líbido

Si la sueltas así acentuada en los prolegómenos de una escaramuza sexual, tu amante pensará que, más que estar excitado, te ha dado un pasmo. Porque lívido (esdrújula y con uve) significa “intensamente pálido” o también “amoratado”. “El adjetivo lívido ha hecho que se pronuncie libido (‘deseo sexual’) también como esdrújula (líbido), aunque en verdad es llana”. De una vez por todas: libido es tan llana como gemido o lamido. “La razón de que se pronuncien distintas se debe a que en latín la segunda i de livĭdus (de donde viene lívido) era breve, mientras que la de libīdo era larga”.

Totalmente gratuito

Si es gratuito, no lo es a medias. “El español está lleno de supuestas redundancias que a veces pueden servir para dar énfasis o para precisar. Pasa con totalmente gratuito, que puede servir para aclarar que algo es gratis de verdad y no en apariencia, y en casos como lleno absoluto, otra alternativa, volver a repetir, concierto de música, arder en llamas… En español nos encanta dejar claro lo que queremos decir. De hecho, hay redundancias exigidas por la sintaxis, como la concordancia (Los hombres jóvenes vinieron), la duplicación de pronombres (a mí me gusta), la doble negación (no he ido nunca) o los casos de subir arriba, entrar dentro…”.

Surgió efecto

Estos engendros se conocen como malapropismos, y son muy comunes. “Se producen cuando una determinada expresión contiene una palabra que nos resulta menos familiar que otra a la que se parece (se dice que son parónimas). Así, como surtir es más rara que surgir, hay quien dice surgir efecto”. Esta expresión comparte desfachatez con estar en el candelabro o rebanarse los sesos. “Uno de estos casos, que es el uso de virulento (relacionado con los virus) por violento, está muy extendido. Se ha preferido la palabra rara, seguramente por expresividad”, añade Romeu.

En base a

Aquí base se utiliza con el significado de fundamento, término que no casa nada bien con la preposición a. “Lo normal es con base en”, opina el filólogo. “Por eso, dependiendo del contexto, se recomienda usar con base en o basándonos en o a juzgar por, sobre la base de, de acuerdo con...”. Su mejor sonoridad se impone en el uso cotidiano a su falta de sentido, y en eso el experto la compara a otras que tampoco lo tienen, como a medida que o al fin y al cabo.

Asuntos a tratar

Esta construcción y otras similares llevan ya un tiempo infiltradas en el español y están cada vez más asentadas. “Hay un uso de a raro (aquí por calco del francés) y se debe evitar, pero el problema es que la construcción es cómoda. La RAE recomienda evitar expresiones como temas a tratar, ejemplo a seguir. Mejor asuntos para tratar o, sencillamente, los asuntos que hay que tratar. "Pero va a ser difícil que se dejen de usar”, lamenta el experto. Y pone otros ejemplos: “Construcciones como camisa a rayas o falda a cuadros se consideran ahora tan válidas como camisa de rayas o falda de cuadros. Así que Hombres G cantaba bien cuando decía "voy a comprarme un jersey a rayas". Antes se desechaban por ser calcos del francés, pero hoy se van aceptando los distintos sentidos que la preposición a gana en español, lo que hace pensar que las construcciones del tipo de asuntos a tratar también se aceptarán”.

Y demás

Antaño decíamos etcétera, hasta que llegó Jesús Gil y, de un manotazo, implantó el y tal. Ahora ambas opciones han caído en desuso en favor de una expresión en boga entre los más jóvenes. Prácticamente todas sus frases terminan con y demás, incluso cuando no haya nada más que contar: He tenido que bajar al perro y demás, Fui a hacer unas fotocopias y demás… Como si quisieran enfatizar lo atareados que están. “Las muletillas son un clásico del español”, dice Romeu. “Ahora se usa en plan, ¿sabes? y, por lo que se ve, también y demás. Aportan poco, pero son necesarias en la comunicación oral. Las que insinúan que hay más de lo que se ha dicho aunque no lo haya son muy útiles para rellenar y hacernos los interesantes. Hay otras frecuentes como y eso o y esas cosas. Por supuesto, en el lenguaje cuidado es mejor evitar todo lo superfluo o poco informativo”.

Venir a ver esto

Recientemente, se ha hecho viral la imagen de un cartel en un baño en el que pone: Dejar limpio el inodoro. Como advierte Romeu, “en indicaciones generales, como carteles que no van dirigidos a nadie en particular, se admite el infinitivo. Es como si pusiera: Hay que dejar limpio el inodoro”. Otra cosa es decir a los compañeros de trabajo Venir a ver esto. “Es incorrecto porque estamos usando un infinitivo cuando es un contexto en el que hay que usar el imperativo”. Para no espantar a nadie, es mejor emplear Venid a ver esto.

No lo caigas

No es tan habitual, pero lo hemos escuchado: le damos un vaso a un niño para que lo lleve al comedor y le decimos: Ten cuidado, no lo caigas. Si lo que nos preocupa es que se caiga el vaso, lo recomendable sería Ten cuidado, no dejes que se caiga. El niño podría caerse él o tirar el vaso, pero en ningún caso caerlo. “Son usos muy bonitos, llamados causativos, de determinados verbos. No se pueden considerar incorrectos, porque los usos causativos han variado a lo largo del tiempo, pero se recomienda evitarlos en el español general, ya que puede haber mucha gente que no los entienda. ¡Pero son preciosos!”, ironiza el experto.

Lo primero, decir que…

Romeu reconoce que es una de las cosas que más le molestan del habla actual. “Es el uso independiente del infinitivo. Lo correcto es incluir un elemento que introduzca ese infinitivo: Me gustaría decir que…, Hay que decir que…, Sería conveniente decir que… Es una forma de mostrar esmero a la hora de usar la lengua”.

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