No solo tienes que ir directamente a la información, sino que debes presentar esta, de forma concisa. Es más complicado escribir textos breves que dejar que nuestros escritos se alarguen indefinidamente. Lo primero necesita trabajo; para lo otro, basta con dar salida a la incontinencia verbal y escribir lo que le plazca.
La brevedad se les puede y debe exigir a todos los niveles del texto. Empecemos por la extensión total del artículo. Esta debe ser la mínima para tratar de manera completa el contenido. Además, el tamaño del artículo tiene que permitir leerlo de una sentada (el tiempo cada vez son más cortos en el mundo digital). Si tu artículo crece y crece sin que se le vea el final, probablemente es porque no tiene unidad de contenido. En ese caso puede ser más sensato trocearlo y sacar de allí dos o tres diferentes. En cualquier caso, cuando des por concluido el texto, revísalo mientras te haces esta pregunta:
¿Cómo puedo contar esto mismo de manera más breve?
Los párrafos también deben tener una extensión moderada. Un párrafo que se prolonga durante una infinidad de líneas invita al lector a salir corriendo. No obstante, tan peligrosos son los párrafos demasiado largos como los que se quedan cortos.
La longitud de tus oraciones también se debe mantener bajo control. No hay sitio en Internet para las frases largas y ampulosas. Si notas que una oración se va alargando más allá de lo razonable, probablemente es porque hay un problema de estructura. Las oraciones inacabables son cerezas que vamos sacando de un cesto enganchadas las unas a las otras. Redactar con oraciones breves no es más que separar ideas y ordenarlas. Muchas personas descuidan esto porque la redacción con oraciones breves es exigente y requiere un considerable trabajo de planificación y revisión. Sin embargo, la brevedad es una muestra de cortesía del escritor para con el lector. Cuanto más se afana quien redacta, más accesible resulta el texto para quien lo tiene que leer.
La brevedad está muy relacionada con el uso económico del vocabulario. Si lo puedes decir con una palabra, no lo digas con dos (y mucho menos con cinco o seis). Es mejor registrar la vivienda que llevar a cabo el registro de la vivienda. Tu lector lo va a preferir: va a terminar de leer antes y se va a enterar mejor. Es preferible mayor a más grande. Resulta más efectivo y directo impide que no permite. Trata de encerrar tanto contenido como puedas en cada una de tus palabras. Eso sí, esta necesidad la tendremos que compaginar con la de variación, que es exigible a todo escrito.
Por último, la exigencia de brevedad también se aplica a la forma de las palabras. Si ves oportunidad de escribir ya en lugar de inmediatamente, no andes dudándolo. Es mejor contar que contabilizar o ver que visualizar. El utilizar una palabra larga en lugar de una breve solo está justificado si aporta más precisión o si nos permite introducir variación en el texto.
La búsqueda de la brevedad resulta imprescindible para escribir un blog, pero es recomendable prácticamente para cualquier tipo de texto.
Extraído del blog de lengua de Alberto Bustos.
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